miércoles, 22 de septiembre de 2010

OLIMPIADAS ESPECIALES

Hace algunos años, en las olimpiadas para personas con  discapacidad de Seattle, también llamadas
Olimpiadas  Especiales,
nueve participantes, todos con deficiencia mental, se alinearon para la salida de la carrera de los cien metros planos
A la señal, todos partieron, no exactamente disparados, pero  con deseos de dar lo mejor de si, terminar la carrera y ganar  el premio.
Todos, excepto un muchacho, que tropezó en el piso,  cayó y rodando comenzó a llorar...
Los otros ocho escucharon el llanto, disminuyeron  el paso y miraron hacia atrás.
Vieron al muchacho en el  suelo, se detuvieron y regresaron... ¡Todos!
Una de las muchachas, con síndrome de Down,  se arrodilló, le dio un beso y le dijo:
 "Listo, ahora  vas a ganar"....
Y todos, los nueve competidores entrelazaron  los brazos y caminaron juntos hasta la línea de llegada.
El estadio entero se puso de pie y en ese momento  no  había un solo par de ojos secos.
Los aplausos duraron largos  minutos,  las personas que estaban allí aquél día, repiten y  repiten esa  historia hasta hoy.
 ¿Por qué? ...
Porque en el fondo, todos sabemos que lo  que importa en esta vida, más que ganar, es ayudar a los demás  para vencer, aunque ello signifique disminuir el paso y cambiar  el rumbo.
Porque el verdadero sentido de esta vida es que
TODOS JUNTOS GANEMOS,
No cada uno de nosotros en forma individual.
Que también seamos capaces de ayudar a alguien que en cierto momento de su vida  tropezó y que necesita de ayuda para continuar.
 
(Gálatas
6:10) . . .Realmente, pues, mientras tengamos tiempo favorable para ello, obremos lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con [nosotros] en la fe.

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